POR EL CAMINO ADELANTE
–
Es en la hora agonizante
de un crepúsculo violeta,
va marchando una carreta
por el camino adelante.
–
Cruza un pájaro agorero
sobre los campos silentes
y una canción, entre dientes,
va entonando el carretero.
–
En sus nidales de esparto
se ponen las aves presas,
relucen como turquesas
los ojos de los lagartos.
–
Y en la tarde agonizante,
tras la carreta, una moza
marcha mientras que solloza,
por el camino adelante.
–
¡Déjame subir al carro, carretero!
¡Déjame subir al carro que me muero!
–
Mira que estoy muy cansada,
que hace mucho que camino;
mira que marcho sin tino,
desde que fue la alborada.
–
He recorrido senderos,
he echado por un atajo
monte arriba y monte abajo,
sin pedir a los cabreros
un descanso en los apriscos;
sin implorar con mis quejas,
la leche de sus ovejas;
hiriéndome entre los riscos;
bebiendo en las cristalinas
aguas de los manantiales,
me han clavado los zarzales
sus espinas.
–
Al pasar por los confines
de los aperos cercanos,
sus colmillos en mis manos
han clavado los mastines,
y he seguido sollozante
y he caminado sin tino
por el mojado camino,
por el camino adelante;
toda cubierta de barro
de mis fuerzas desespero.
¡Déjame subir al carro,
carretero!
–
En busca voy de un zagal,
que en una noche pasada
se detuvo en la posada
por mi mal.
Amarme siempre juró
y yo creí su juramento,
mas ¡ay! se lo llevó el viento
y sin vida me dejó.
–
Dijo que si no le amaba
se moriría de pena,
que era yo como cadena
que su alma encadenaba,
y que su amor era tal
que fuera un crimen no amarle,
que el desprecio iba a matarle.
¡Y era tan lindo el zagal!
–
Mas ¡ay de mí! que él se fue
y yo quedé encadenada,
que lloro desamada
después que tanto le amé;
que él se marchó sin dolor
y a mí me pinchan dolores.
¡Él se llevó mis amores,
y yo me muero de amor!
–
Carretero, oye mis quejas,
caigo en tierra y me levanto,
pronto no podré hacer tanto,
si en el camino me dejas.
–
Carretero de Avilés,
me han herido los zarzales,
los mastines y riscales,
llevo sangrando los pies.
Toda cubierta de barro,
de mis fuerzas desespero.
¡Déjame subir al carro,
carretero!
–
Cae la moza, se levanta,
y otra vez vuelve a caer,
comienza el cielo a llover
mientras la noche adelanta.
La moza llora y se inquieta,
y el carretero no escucha
porque es la oscuridad mucha
y está lejos la carreta,
y la moza, en el sendero,
llora caída en el barro:
¡Déjame subir al carro, carretero!
¡Déjame subir al carro,
que me muero!
–
Se oye un ladrido distante.
La moza, callada y quieta,
va siguiendo la carreta
por el camino adelante.
Joaquín Dicenta Alonso
Un verdadero himno a los oídos sordos a un pedido de auxilio. Triste y bella poesía hecha canción (también conocida como El Carretero), obra del prolífico autor teatral español, creador de la famosa NOBLEZA BATURRA, hijo de escritor y hermano de actor, quien por su teatro social fuera encarcelado por el régimen franquista y sus obras prohibidas.
Algunos datos biográficos:
http://es.wikipedia.org/wiki/Joaqu%C3%ADn_Dicenta_(hijo)
Alguna referencia a sus obras:
http://margaritaxirgu.es/castellano/vivencia3/133c/133c.htm
Aclaraciones sobre la canción que sobre estos versos compusiera Lucio Demare y que puede escucharse en el video inserto:
http://www.calatayud.org/noticias/MARZO-11/140311_8.htm